¿Reflexión del yo, poesía o narración? En lecturas no profusas pero varias de los textos contemporáneos y/o jóvenes de este pedacito de tierra, siento una predominante tendencia a la reflexión del yo (me incluyo en esta tendencia, y ahora dudo de ella).
Incluyo en ella la existencia de matices de poesía en la prosa, prosa que a veces se deja llevar por la musicalidad misma de las palabras, sus colores e imágenes, pero no así por una tensión dramática o de relato. “We’re going nowhere” cantaba Gilmour en la pieza de Pink Floyd.
¿Será porque en esta tierra están debilitados los simbolismos colectivos (Hola Juventud, por ejemplo) y los que tenemos son foráneos, y nos aferramos a lo más próximo que aún no se despega de nuestra esencia, el yo?
Creo que tal vez por ello podríamos haber restado algo al oficio de contar cosas, y pasamos a contar el 1, 2 y 3 del yo.
Como dije es una hipótesis.
Por un rato, mejor escribir contra uno mismo.
En la imagen, el autorretrato del Gran Masturbador.
7 comentarios:
Estoy de acuerdo con vos en esto. No sólo no tenemos una gran tradición narrativa en nuestro país sino que además los que escribimos pocas veces hacemos el esfuerzo de concentrarnos en lo puramente narrativo y nos dejamos ir por el lirismo onanista. El subjetivismo extremo es un rasgo de la narrativa modernista que a mi modo de ver, es anticuado (aunque aparentemente esté de moda). No es un defecto cierta introspección, pero las novelas completamente introspectivas son dificiles de escribir bien y dificiles de leer, osea para embarcarse en esa empresa hay que tener un buen motivo.
Aquí vale la pena traer a colación la sentencia de Carlos Cortés con la que comienza Cruz de Olvido: En Costa Rica no pasa nada desde el Big Bang. El postulado puede tomarse prima facie como un ejemplo de lo completamente encerrados que estamos en nuestra subjetividad inmediata o como una ocurrencia sarcástica que apunta precisamente a lo que vos mencionabas.
Aquí pasan muchas, muchas cosas y ya va siendo hora que los narradores se dejen en paz el ombligo y se pongan a escribir sobre ellas.
Creo que también tiene que ver con la cultura, con el "individualismo costarricense". Ese volverse sobre sí mismo/a para no ver nada más y que también marca la forma en la que escriben nuestros/as escritores/as.
Y eso es claramente una diferencia con nuestros países vecinos que además no es bien valorada y es percibida como un comportamiento poco solidario, poco latinoamericano y muy cerca de Estados Unidos.
Es difícil opinar en contra de algo en lo que hemos todos caído alguna vez; no están mal los retazos que pueden llevarnos al símil (más comúnmente) o a la aliteración (para que suene bonito la cosa), pero sin el 1, 2 y 3 de afuera, sin la historia bien desarrollada, no hay prosa, solo queda una tierra de nadie de puro juego con la palabra.
¡Que viva la prosa carajo! A próposito d eso tengo algo en mi blog...date la vuelta..
Hola Carlos. Me parecen muy válidas tus dudas sobre todo a título personal como creador.
Lo que nunca me ha parecido es el intento de algunos de pretender que otras personas incluyen temas específicos en sus creaciones. Siempre he creído que la libertad del autor debe ser absoluta -por lo menos la ilusión de libertad porque ya se sabe que la creación obedece ciertos dictados conscientes o inconscientes pero esa es otra historia-. En todo caso yo personalmente rechazo todo intento de influir em los temas de la creación en el nombre de una corriente o una tendencia o un compromiso. Ahora en cuanto a lo que te referís sobre la falta de trama en las narraciones creo que eso será siempre un tema de discusión. Yo por mi parte me adscribo a la libertad del autor y por supuesto a la del lector.
Un saludo Carlos.
la literatura joven de este pais ocupa un nuevo espacio. un grupo de bloggeros nos unimos en costaricajoven.blogspot.com, ojala se den una vuelta para ver que piensan.
Me parece que por algo se empieza. Para abstraerse de uno mismo hay que empezar por uno mismo. Para el caos, hay que conocer el control.. Creo que esa etapa es completamente válida, y a cada escritor le llegará el momento de no verse más el ombligo, o puede que ese momento nunca llegue. Lo que quiero decir es que no me molesta. Me molesta que no lean, eso sí.
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