6/24/2009

Tropiezos con Beto Cañas.




Alberto Cañas Escalante es uno de los costarricenses que más respeto y admiro, por quien además siento un gran afecto. Guardo con mucho cariño copias autografiadas de “La Segua” y de “Los Cuentos del Gallo Pelón”. No obstante, en las diferentes ocasiones que durante los últimos diez años que tengo de conocerlo personalmente ―yo a él, pero no necesariamente viceversa― mis encuentros con don Beto han tenido a veces tinte de tropiezo, aunque siempre de grato recuerdo.

Mi primer encuentro con Beto Cañas fue en la U, cuando hubo que hacer una entrevista a una personalidad, y toda la clase de periodismo escrito entrevistó al hombre en cuestión. La entrevista fue colectiva, y yo tuvo la suerte ―gracias a un periodismo denotativo-descriptivo-tipo-transcripción, es decir, puse lo que Beto Cañas decía porque siempre tiene algo que decir― que fue mi entrevista la seleccionada para salir en el Semanario Universidad. Por ahí debe andar, y algún día la iré a buscar.

A los días que salió publicada, lo vi comiendo en lo que era Massé, tertuliando como le gusta. Yo corrí a comprar el Semanario y se lo regalé. Hasta ahí nada de tropiezos.

Tal vez un año después, para el curso de periodismo de opinión, los estudiantes quasi-exigimos que el curso lo diera Cañas (quien por alguna razón burocrática, la UCR no llamada a dar clases). La dirección de la escuela accedió, pero nos encargó el “churuco” de convencerlo. Me correspondió a mí la tarea, pero: ¿cómo contactar al hombre en cuestión? Resultó más fácil de lo que pensé. Su nombre aparecía en el directorio telefónico. Y al llamar, su voz de trueno fue la que me contestó. Cañas nos impartió ese inolvidable curso (que en la primera lección consistió de un examen de cultura general de unas 25 preguntas... de las cuales pegué como tres...)

La siguiente ocasión que cruzamos caminos fue indirectamente. Yo envié un cuento a participar en el concurso de la Revista de Cultura de la UNED, de la cual él era y es el presidente del consejo editorial. El cuento ganó y salió publicado. Puede que ahora parezca algo pequeño, sin embargo en su momento fue muy importante, y tal vez si no hubiera sido por ese reconocimiento, no hubiera seguido en esto de escribir. Ustedes dirán: “Claro, don Beto le dio el premio a su ex alumno”. Pero creo que lo que explicaré a continuación los convencerá de lo contrario.

Don Beto y yo somos militantes del mismo partido político. Él, Presidente del Partido, y yo... pues ahí ando... Y hemos coincidido en reuniones y mítines en múltiples ocasiones durante los últimos seis años. Lo curioso es que cada vez que me acerco a saludar a don Beto ―yo con todo mi afecto y admiración― él siempre me sonríe y me dice como: “¡Hola, mucho gusto!” como si fuera la primera vez.

Al principio pensé que era un simple desliz de su parte. Después pensé que era algo que se corregiría con el tiempo, y que por insistencia, me reconocería como un rostro familiar. Pero ese no fue el caso y no lo ha sido.

Si otro tropiezo lo recuerdo ocurrió poco después de que salió publicada mi novela por la Editorial Costa Rica. Yo le iba a regalr una copia, pero antes de poder hacer leí una columna suya en la que arremetía contra los premios de literatura diciendo que los escritores de ahora no tenían tema, usan algo que en el mejor de los casos se parece al español y que sus novelas no tienen ni pies ni cabeza... en verdad no sabía si sentirme aludido (¿sería eso vanidad de mi parte?) y si eso era bueno o malo... Al final no tuve el coraje de dársela en persona...

También recuerdo la última ocasión que lo vi antes de venir a Inglaterra, fue en la Universidad Latina. Yo estaba en un receso de clases con mis estudiantes. El se acercó, con el distintivo PAC que lleva en la solapa del saco. Se sentó a conversar con los universitarios. La conversación fue, como es siempre con él, amena. Y cuando me despedí de don Beto estrechándole la mano ―ese contacto que se hunde en las raíces de Costa Rica― él me dijo como siempre: “Mucho gusto”.

Ahora, lo sigo viendo desde distancia en entrevistas y emitiendo declaraciones, polemizando y dando de qué hablar. Vital, tiquísimo, brillante y patriota. Y espero poder seguir tropezado, yo con él, y presentándomele, como desde la primera vez, con todo mi respeto y admiración.