12/09/2012

Fernando del Paso y Costa Rica


Tras 45 minutos de espera, me tocó el turno de pedirle que me firmara su libro. En mi mano, un ejemplar de su más reciente publicación “Bajo la Sombra de la Historia: Ensayos sobre el islam y el judaísmo”.

Como tiene 77 años y no le gusta equivocarse en las dedicatorias, los organizadores de la firma de libros, en la Feria del Libro en Guadalajara, nos habían pedido a la centena de personas de la fila que escribiéramos claramente nuestros nombres en un papel que nos proporcionaron, para que él lo pudiera reproducir sin inconvenientes.

Al papelito, al lado de mi nombre, le agregué una nota que decía: “...de Costa Rica”, y una vez que me tocó el turno y le entregué el libro con la nota, él la vio y me dijo: “Usted sabe que, después de México, al país que más quiero es a Costa Rica”. Me contó que su hermana tiene muchos años de vivir en nuestro país, y que él le había tomado mucho afecto a nuestra tierra.

Acto seguido, y como para demostrarlo, el novelista, estudioso y erudito mexicano me dijo, con una mirada amable y pícara lo siguiente: “cuando como chucheca, y tomo guaro, me duele la jupa porque estoy jumado...”

Fernando del Paso es uno de los más destacados escritores latinoamericanos. De sus novelas se dice que tienen la cualidad de ser enciclopédicas, como lo es Noticias del Imperio (1987), la cual narra minuciosamente la intervención francesa en México y el intento de instaurar una monarquía.

En su carrera literaria ha recibido importantes galardones y reconocimientos en México, Londres y París, además, es pintor, traductor e investigador. En los instantes, mientras firmaba mi libro recordó gratamente su amistad con Samuel Rovinski y con Carmen Naranjo, y de esta última lamentó su muerte.

Me dejó ir con el consejo de que leyera mucho y que escribiera más, que era la única ruta para quien quería perfeccionar el arte de la escritura.

En un tiempo donde nuestros compatriotas se pelean por televisores en un circo de consumo, que se nos caen los puentes y calles, y que nuestros políticos de turno son motivo casi siempre de vergüenza, me dio algún consuelo el hecho que una persona tan decente y distinguida con Fernando del Paso nos tuviera en alta estima.

Otro costarricense del que Fernando del Paso habla bien, esto ya en su libro, es el académico Roberto Marín Guzmán, por sus aportes al estudio del Islam, un esfuerzo pionero en la región latinoamericana.

Al tiempo que leo los ensayos de Fernando del Paso sobre el Islam y el Judaísmo, exhaustivos, acertados y sin pelos en la lengua, y veo en las noticias los últimos desarrollos del conflicto Palestino Israelí; me asombro de que, por ejemplo, en Costa Rica la conmemoración de la abolición del ejército, tal vez la contribución costarricense más importante para la Humanidad, pasa casi completamente desapercibida.

Si bien no somos colonia, protectorado o feudo de nadie, a veces actuamos como subyugados, como si no tuviéramos libertad y como si el estado de cosas en que vivimos estuviera ya determinado. No podemos olvidar que es la voluntad, la que puede mover a un país, por más pequeño, a hacer a cosas grandes. Y la voluntad reside no en las cosas -o las instituciones-, sino en de las personas. La esperanza está en lo que quiera hacer la gente con su libertad.

A fin de cuentas, lo importante no es lo que personas extranjeras y prominentes, como Fernando del Paso, piensen de nosotros; lo importante es que nosotros mismos nos tengamos un poco más de respeto y de amor propio, y que encontremos el coraje y la voluntad para sacar a Costa Rica del horrible bache moral en el que está.