3/28/2009

Mi debilidad por la ambigüedad



Tengo una debilidad por la ambigüedad. La ambigüedad es el camino a los caminos, la ambigüedad es una sugerencia que se convierte en miles, jamás una y solo una obligación.

Con la ambigüedad, quien lee o interpreta no solo experimenta la creación, sino que al mismo tiempo crea.


La ambigüedad en la política y las relaciones humanas es un arma que casi siempre hiere, engaña, es odiosa e inmoral; gracias Dios, que en la literatura y el arte la ambigüedad puede ser tan odiosa e inmoral como hermosa, virtuosa y trascendental.


El jueves vi Esperando a Godot de Beckett en el Royal Theatre de Brighton, interpretaban Ian McKellen (más conocido por su rol de Gandalf o Magneto) y Patrick Stewart (Capitán Picard de Star Trek TNG, o Xavier de X men).


¿De qué putas se trata Esperando a Godot? No tengo ni la más remota idea. ¡Pero qué obra más buena! Sir Ian McKellen y mi favorito, Stewart, sostuvieron la obra por casi dos horas y treinta minutos con la acción entrenada y entregada de sus cuerpos y mentes (nada de musiquita, efectitos etc.) Me reí mucho, me deprimí a ratos, sentí ternura, rabia también, soledad, pero repito: no tengo la más mínima idea de qué se trató la obra... y como dije, ¡me encantó!

Las interpretaciones de En attendant Godot van desde la política, la religiosa, la freudiana, cruzando por la existencialista, la surrealista, la erótica, la homoerótica y la no explicación: la del sin sentido. Pasa por todos los lentes críticos, satisfaciendo unas u otras necesidades analíticas ―¿y espirituales?―, menos tal vez por el lente del realismo.


Pero no me importa... yo quiero seguir, con Vladimir y Estragon, esperando a Godot...


3/08/2009

Fair trade marihuana


En Europa, no se puedo uno tomar un café o comprar una camisa sin evitar ver los logos de Fair Trade o de producción orgánica. Se ha desarrollado un mercado de consumidores consientes ―y con capacidad de pago― los cuales tienen satisfacción y por lo tanto preferencia para consumir productos de comercio justo, orgánicos, amigables con el ambiente, certificados social y ambientalmente etc. etc. etc.


So far, so bueno.

Pero así como se mueve campante el café certificado y las camisetas que personas en teoría un poquito más felices manufacturan en algún rincón del mundo, también transitan alegres la marihuana y otras drogas, que a pesar de ser ilegales en esta parte del mundo, tienen un alto grado de aceptación y tolerancia entre la gente, y pareciera que entra las autoridades también.

Obviemos por un momento el debate moral y de salud para el consumo de estos productos, (digamos nada más que cada quien hace con su trasero una maceta).


Si tan preocupados estamos por el bienestar de los otros, que pedimos certificaciones, por qué no sucede los mismo con la marihuana, por ejemplo.

Mi amigo Francisco Benavides hace unos días me dijo que del todo se abstenía de consumidor marihuana, y su razón fundamental era que él no sabía cuánta sangre de sus compatriotas mexicanos podía estar detrás de ese puro. Para el año 2008, las estimaciones de muertes en México relacionadas con el narcotráfico rondan entre los 3700 y 5400 fallecidos. La cifra tiene dimensiones de guerra.

¿Por qué se consume café, té, o camisas del fair trade, pero cuando se llega a la marihuana la ética de la justicia se detiene? Tal vez porque se insiste en ignorar su flamante presencia en las sociedades.

En febrero pasado, tres pesos pesados de la política latinoamericana, los ex presidentes Ernesto Zedillo (México), César Gaviria (Colombia) y Fernando Henrique Cardoso (Brasil) emitieron un comunicado en el que ‘consideraron que ante el fracaso de las políticas contra la producción y tráfico de drogas es necesario despenalizar el consumo de la mariguana’. Mensaje que viene no precisamente de la izquierda de la región.


“El problema es que las actuales políticas están basadas en los prejuicios y temores, y no en los resultados” expresó Gaviria. Irónico que la noticia no tracendió mucho.


Tal vez sea hora de visualizar el tema y ponerle el sello fair-social-organic-no-blood-in-it a la famosa Mary Jane.
Pd: ando en mis días de guevón politicón, lo que significa que a la vuelta de la esquina está el balance: cabrón literario.