5/29/2010

Mayo sin abejones


Marchan los trabajadores. Pega. ¿Seríamos todos más felices aristócratas ingleses o mayas dando largos paseos? Habla la Presidencia ante el Congreso ―pega con pega― y se ensalza por lo que hizo, deshizo, no dice lo que no hizo y menos aún lo que hizo sin tener que hacer.

A los homosexuales se los quieren coger por el culantro, pero sin su consentimiento, y quieren hacer que la mayoría decida sobre sus derechos. Mañana, hagamos pues un referéndum para revisar la decisión sobre si deben o no votar las mujeres, ¿Y por qué los negros pueden entrar a San José? Revisemos eso también. A los abejones, indígenas, whatever, pidámosles las cédulas de vuelta. Bien que solo las usan para el trueque.
Los diputados (unos) ―los recontrapegas― se quisieron subir el salario (en un 73% estiman) y por poco lo consiguen. Por lo menos se logró algo: ya sabemos qué es lo que ellos más quieren en la vida.

Pero usté, abejón, no se haga el maje, usté pudo haber votado por ellos.
Este desvío, desvarío a causa ―tal vez― de la aflicción. Pero es que en este país es mejor visto robar que manifestarse; Es peor delito que poner una mina inmunda o dejar sin agua a una comunidad.

Lo que en verdad quiero denunciar es que pasó mayo, y mayo pasó sin abejones.
Usté los conoce. Esos insectos, escarabajos de segundo orden, tristes y poco agraciados aviadores, que resonaban contra las paredes, o cuando, por error, los pisábamos haciendo un estruendo y desparramando sus vísceras. Saber que solo salía para reproducirse y volverse a enterrar.

Abejones. Las peores pegas, pegas de chorizo. Pegas de mayo. Pero en este mayo sin abejones, eso ya no pasó. Porque desaparecieron. Sin dejar aviso o una nota. Eran algo molestos, lo concedo, pero que no aparezcan en mayo, me hace extrañarlos. Mucho.
La mayor tristeza, ante todo, es que fue un mayo sin abejones.

3 comentarios:

Alexánder Obando dijo...

En el año 75 o 76, estrenando nuestra casa en Tibás, los chiquillos salimos a la calle con bolsas plásticas a recoger abejones. Eran tanto que se vían nubes oscuras sobres los postes de la luz y nosotros, con solo recoger un ratito, ya llnábamos nuestras bolsas que luego cerrábamos y poníamos en la acera para ver como se movían solas. Como si gueran una v´scera fuera de su cuerpo, un corazon sin cuerpo latiendo en medio de la calle. Jamás me iamginé que los llegaría a extrañarar en un momento en que lo menos sucio en este país son los animales.

Anónimo dijo...

Un mayo horrible, sin duda :/ De darse cuenta (o reafirmar) de muchas cosas de este jardincito.

guisela vargas dijo...

por aca andare...
en buena hora
lapuntadelicebergcr.blogspot.com