3/29/2008

El perro de Habacuc


Hace unos días un amigo mexicano me preguntó por correo electrónico qué pensaba del “Perro de Habacuc” —artista descorazonado que mató de hambre a un perro en una Bienal de Costa Rica y a eso se le llamó arte—.

Me impresionó que que un tema doméstico había llegado a la atención de mi amigo que vive en París. También un par de días atrás de cuando escribo, encontré en el titular de yahoo en español la polémica de Habacuc y las más de un millón de firmas que condenaban el acto del “artista”.

¡Hermoso cómo nuestro arte vernáculo deja el eterno anonimato global para pasar al centro de la palestra y contar con sus 15 minutos de fama gracias a la crueldad de uno de nuestros coterráneos!

Le salió barato a Habacuc el truco de marketing para ser el más celebre (y de los menos celebrados) de los artistas del istmo. ¡Y eso que no tuvo que quemar ninguna biblioteca para que recordaran su nombre!

Cómo es posible que en un país donde el Poder Judicial procesa al cura de Tibás por asesinar a Camila (otra pobre perra) y hace poco casi condenan a la veterinaria que la durmió, pase algo así en una “culta” Bienal de Arte.

A veces nos ganamos el premio de un colectivo de babosos.

En las costas nadamos en mierda, costas que parecen ya ni son de Costa Rica, los mantos acuíferos y las zonas de recarga están amenazadas y seguimos construyendo y depredando el ambiente sin mayores controles, evadiendo a drede en muchísimos casos los famosos planes reguladores. Nuestra economía se ve amenazada a mediano plazo, pero “tranqui, chill out. Aquí es al suave” ; por otra parte al presidente Arias no le da la gana cumplir con una de sus promesas estrellas de subir del 6 al 8% del PIB constitucional a Educación, algo que puede hacer él de oficio (sí ya politicé la entrada, pero desde el perro de Habacuc, la vara hedía) y… las encuestas dicen que todo está bien, que los ticos adoramos a Arias. ¡Qué farsa!

Como diría mi amigo Nacho, señoras y señores: ¿Dónde cago?

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