3/15/2008

Carlos Salazar Herrera: ocio, angustia, estantes y odio



A diferencia de Da Vinci (Anchiano, 1452) o de otros genios o bichos raros, la mayoría de nosotros tenemos una cantidad limitada de energía que empleamos cada día para actividades diversas. El dilema desde hace miles de años no ha cambiado, tenemos que sobrevivir, y esa energía la usamos para procurarnos precisamente eso: sobrevivir.

En algún papelito escribió Carlos Salazar Herrera (San José, 1906):

“Nunca tendré dinero...
-es cierto-
pero es porque no lo quiero.
Escribir y pensar
-eso me gusta-
leer y dibujar.
Estar a solas y escribir un cuento,
oír música
y no decir a nadie lo que siento.»

(...)

Quedarme en la noche desvelado
y fumar...
y acostarme cansado.
Pensar que hay quien me quiera
y querer.
Ser bueno ¡si pudiera!
Es una tontería
pero ¿qué voy a hacer?
me gusta la holgazanería.”

Y entre sus magistrales cuentos de angustias y de árboles que no identifico porque ya los han talado todas, en ocasiones pienso que esa vida contemplativa debe de ser genial.

En los estantes de las librerías del país, veo que los títulos más comerciales del extranjero (Europa, EE.UU. y hasta algunos asiáticos) siguen la tendencia de la novela histórica. Antigüedad y Edad Media revividas, secretos religiosos revelados, intrigas de templarios, papas, apóstoles, apóstatas, musulmanes, judíos, escribas, reliquias (todas que revelan un secreto) y ocasionales redescubrimientos del nuevo mundo. A veces creo que tanta novela histórica, aunque entretenida, puede ser una evasión a la exploración de la condición humana del ser que vive hoy en día. (pero alguien dirá: “¿cómo sabemos quiénes somos si no estudiamos de dónde venimos?”)

En el estante de literatura hecha en el país se encuentra también la novela histórica... pero de hechos de poco menos de 30 años de antigüedad, otros buscan el yo nacional, anécdotas del terruño, clásicos nacionales o lecturas obligatorias de colegio. En este punto solo quiero retratar un hecho y no hacer de eso una valoración.

La literatura es necesidad. Hablando sobre la utilidad de la literatura dice Georges Bataille: “lo que a menudo distorsiona el asunto es la preocupación por ser útil que tiene el escritor débil. Cada hombre debe ser útil a sus semejantes, pero se vuelve su enemigo si no hay nada en él más allá de la utilidad.”
Por último y para cerrar esta entrada, y a la luz de los reiterados ataques que recibe un amigo desde hace muchos años en la prensa pero que han arreciado en días recientes, recojo lo que dijera Nietzsche (Röcken, 1844):

"No se odia mientras se menosprecia. No se odia más que a su igual o a su superior"

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