2/22/2010

Leyendo a un checo de nación cuantitativamente pequeña y los paralelos que podemos derivar para nuestro quehacer.




Luego de una tesis y del trabajo en una campaña política, y ahora bajo un exilio de juguete, me hago cargo de nuevo de este blog. Quito las telas de araña, rocío spray para alejar el olor a rancio y empiezo.
Desde hacia tiempo tenía ganas de comentar una lectura que me pareció una buena provocación:

“¿Cómo definir el provincianismo? Como la incapacidad de (o el rechazo a) considerar su cultura en el gran contexto. Hay dos tipos de provincianismo: el de las naciones grandes y el de las pequeñas. Las naciones grandes se resisten a la idea goetheana de literatura mundial porque su propia literatura les parece tan rica que no tienen que interesarse por lo que se escribe en otros lugares…
Las naciones pequeñas se muestran reticentes al gran contexto por razones precisamente inversas: tienen la cultura mundial en alta estima, pero les parece ajena, como un cielo lejano, inaccesible, por encima de sus cabezas, una realidad ideal con la que su literatura nacional poco tiene que ver. La nación pequeña ha inculcado a su escritor la convicción de que él sólo le pertenece a ella” (Kundera, 52: 2005)*

Creo que si hay algo que me capturó de este fragmento es que Kundera logró poner en menos de una página algo que para mí había sido un sentimiento de toda la vida, pero uno que me costaba mucho verbalizar. Tal vez Kundera, por si origen en la nación checa, pero inserto en una tradición de ese gran contexto, puede dar cuenta de lo que fueron estos dilemas para él. Creo que este texto nos habla a quienes escribimos desde Centroamérica. Todas naciones pequeñas, cada una con su identidad nacional y las diversas identidades adicionales, pero en gran medida anónimas para el mundo, ajenas salvo excepciones/trapitos de dominguear, al llamado gran contexto.

¿Pero cuáles serían las actitudes que se derivarían de un intento de trascender el provincianismo de nación pequeña? ¿Ser muy conciente de esa actitud y evitarla? ¿Y cómo? ¿Asumirse en un cosmopolitanismo integrador o tal vez artificial? ¿O simplemente seguir haciendo lo mismo teniendo el tema presente? ¿Se quiere siquiera trascender ese llamado provincialismo?

Tal vez la agenda de trabajo no sea tan clara, pero las implicaciones del provincialismo han estado y siguen ahí. Volviendo a Kundera, éste da el ejemplo de Kafka. Para Kundera, Kafka no es un escritor checo, sino un hombre de nacionalidad checa que escribió en la tradición alemana y el hecho de que escribiera en esa lengua y en esa tradición es la que permite que hoy sea del gran(dísimo) contexto.

El mismo Kafka escribiendo en checo, probablemente hubiera permanecido como una curiosidad u orgullo nacional, descubierto a posteriori, pero muy probablemente no sería el Kafka de nuestros días (tal vez, a sabiendas de esto, Kundera se pasó a escribir en francés…)
Uno podría decir, estamos salvados, nuestro vehículo, el español, nos une a una tradición amplia y nos evita el dilema. Sin embargo el provincialismo parece permanecer, intacto.

Dejémoslo ahí por ahora. Para escuchar puntos de vista y para que luego siga.

Pd: ¡estoy escribiendo!

* Kundera, Milan. El telón. Tusquets Editores. 2005

4 comentarios:

J.P. Morales dijo...

Un tema de gran importancia para los que luchamos por escribir en un país como este. Desde el famosísimo pleito entre Ricardo Fernández Guardia y Carlos Gagini (cosmopolitismo contra nacionalismo, respectivamente), pasando por las diatribas de Yolanda Oreamuno contra el folclor, la literatura costarricense ha osilado entre los intentos por permanecer fiel a una temática nacional y los arrebatos de infidelidad. A veces se ha confundido temática nacional con un criollismo exacerbado o se ha utilizado como un parámetro para discernir qué es literatura nacional de lo que no (premios nacionales 2008, ¡Ejem!), lo cual también es un error. En mi opinión, todo país necesita sus obreros de la identidad y sus atrevidos que se lancen a la conquista de temas universales. Aunque también es cierto que lo nacional puede tratarse desde una visión universal y así enmarcarlo en el "gran contexto". Considero que esto es lo más adecuado. Eso sí, es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Gracias por compartir este texto y por tu reflexión, Carlos. Queda este libro de Kundera entre la lista de pendientes. Y póngale a escribir mae. Ahí me estoy tirando Transcripciones infieles. Seguro luego reseño en el blog. Pura vida.

Gustavo Solórzano-Alfaro dijo...

Has señalado un problema fundamental. Y sin ánimo de joder, me paso al terreno del fútbol, porque ilustra muy bine lo señalado: el tico va al estadio a apoyar a la Sele, se pone la camiseta, saca l bandera, grita la consigna de "sí se puede", desea ir al Mundial, llora si no l logra; sin embargo, si usted le pregunta a cualquier de ellos sobre la posibilidad de que Costa Rica obtenga la copa FIFA, este se reirá y dirá que jamás, que eso es absurdo.

¡¿Entonces?!

Esa es nuestra mentalidad, y la mentalidad de los países "pequeños". Adam Zagajewski, poeta polaco que sirve de ejemplo al igual que un Kafka o un Kundera, dice que usualmente los países pequeños rechazan a sus autores. Tal idea resume de algún modo lo señalado por Kundera en la cita que nos mostrás.

Aquí seguimos igual, claro, y no somos capaces de creérnosla. El que se la "cree" inmediatamente es tachado de snob, vendido, falso, superficial, oficial, etc.

Escribir para el mundo, para el gran contexto, pero sin preocuparse de él, es decir, como verlo de reojo, hacer el pase de taquito...

Saludos

CAQ dijo...

Gracias J.P., por la reflexión, en verdad creo que es un tema del que los que estamos en esto debemos de pensar no solo como individuos.

¡y me interesa mucho saber qué pensás de transcripciones! Gracias!
slds

Asterión, la analogía con el fútbol me parece acertada, la pregunta es: puede llegar nuestra literatura a brillar como Brian Ruiz o más?

Slds!

nancyboom dijo...

Que dicha que volviste.