Tengo que confesar que contagiado por 100 palabras por minuto, por el Sentenciero y por Literófilo me he dado a la tarea de leer y estudiar más de cerca y con más frecuencia la literatura nuestra contemporánea.
La novela transcurre cadenciosa, sin pasajes forzados, con respeto a los personajes sólidamente construidos (algunos por la leyenda como es el caso del campeón mundial de ajedrez, el cubano José Raúl Capablanca) y con una trama que se resuelve dejando la satisfacción de una obra bien consumada. Redonda, sin redundancias, lenguaje al grano como la historia misma; desarrollada en
En asuntos varios, doy por saldado el autobombo del último año a Cornelius (de no hacerlo yo, no lo hacía ni mi mama…), por lo menos de manera conciente y militante.