4/19/2010

El ego lírico


Siguiendo con Kundera, dice el checo en cuestión:

“Desde hace tiempo, la juventud es para mí la edad lírica, o sea, la edad en que el individuo, concentrado casi exclusivamente en sí mismo es incapaz de ver, comprender, enjuiciar lúcidamente el mundo a su alrededor. Si partimos de esta hipótesis (necesariamente esquemática, pero que, como esquema, me parece acertada), el paso de la inmadurez a la madurez es la superación de la actitud lírica”. Hasta aquí la cita del libro que en otra entrada comentaba.

Veo la obra de juventud, de otra gente y la mía, y reconozco en este fragmento elementos de verdad. “In every first novel the hero is the author as Christ or Faust" frase ésta que se le atribuye a Oscar Wilde, vendría a complementar la idea. Héroe o anti héroe, ¿es el lirismo un pecado que hay que superar o es simple inmadurez? ¿Es un error-acierto necesario?

¿A quién le importa? A nadie, porque esto realmente no le importa a nadie. A nadie, más que a quien escribe. A casi nadie.

Cuando topé con estas frases, en distintos momentos, vi en ellas mi propia lucha contra el lirismo, no una lucha contra la inmadurez, nunca lo vi así, pero sí una lucha contra mi propia voz, para que dejara de estar metiéndoseme en los textos y para convertirla, como un aprendiz de hechicero que empieza a manejar más conjuros, en varias voces, tonos y matices. (...y como el aprendiz, ¡qué buenas peladas de nance!)

Esta discusión tiene implicaciones concretas. Narración en primera persona o narrador omnisciente, o combinaciones de éstos y sus variaciones. Realismo balzaquiano o romanticismo. Contar un sueño, contar una historia, contar un personaje, no contar ni picha porque nadie entiende nada al final.

El ego es ese objeto de amor-odio para quien escribe. Necesario y en veces abominable. Y de los egos, el lírico es de los más molestos porque no solo regodea con su propia obra y su autor, sino que se mete en el texto y lo deja hediendo. Creo yo.

Pues que siga la lucha.

PD: me cago en el proyecto Crucitas y en el discursito de “defensa de la institucionalidad”.