A 30 años de su primera edición
(1972), “Los demasiados libros” de Gabriel Zaid (Monterrey, 1934)
es uno de los ensayos más actuales que he leído sobre el oficio de
escribir, publicar, distribuir, vender y leer libros. Traducido a
una docena de idiomas, publicado sucesivamente con actualizaciones
para mantener los temas de Google y Amazon tan actualizados como la
discusión centenaria sobre Sócrates (de quién se dice que prefería
la conversación al libro), este es un texto que recomiendo a
cualquiera que esté dentro de la cadena del libro.
Muchos libros, muchos lamentables,
muchos vitales; y poco del recurso más valioso, el tiempo. Gabriel
Zaid rompe en esta serie de ensayos con varios de los mitos en torno
al libro, a su comercialización y mercado y a eso que se llama “ser
culto”. Zaid habla de un mundo dónde cada vez hay más escritores
pero menos lectores (y pone el ejemplo de la poesía, donde puede que
haya más poemas que lectores). Pero también un mensaje alentador,
pues para todo libro hay un grupo de lectores interesados que están
a la espera de ese grato encuentro.
Una perspectiva, a veces polémica,
para alimentar la visión propia.
Algunos fragmentos como evidencia:
¿Qué importa si uno es culto, está
al día o ha leído todos los libros? Lo que importa es cómo se
anda, cómo se ve, cómo se actúa, después de leer. Si la calle y
las nubes y la existencia de los otros tienen algo que decirnos. Si
leer no hace, físicamente, más reales.”
“...la economía del libro a
diferencia de la economía de los periódicos, el cine y la
televisión, es viable en pequeña escala... la economía del cine
exige eliminar el 99% de las posibles películas.”
“La verdadera superioridad
editorial de los países ricos está en que pueden reunir con cierta
facilidad un millar de compradores dispuestos cien dólares o más
por un libro de interés limitado”.
“Hoy, es un lujo leer a Sócrates,
no por el costo de los libros, sino del tiempo escaso”
“Leer es un lujo de pobres, de
enfermos, de presos, de jubilados, de estudiantes ociosos, como antes
los había”
“El público natural de un libro
está formado por las personas a las cuales tiene algo que decirles.
Pero es difícil identificarlas, localizarlas, imprimir los
ejemplares necesarios, distribuirlos por el planeta y avisarle a cada
una “este libro fue escrito para ti: toma y lee.”