Escribió Kundera lo siguiente, novelando un personaje de sí mismo en "La Inmortalidad" (y no creo que Gallimard o Tusquets me reclamen el copyright, porque más bien le hago bombo... si el hombre no da entrevistas porque dice que lo citaban mal... así que aquí va textual):
“Pero lamento que casi todas las novelas que alguna vez se han escrito sean demasiado obedientes a la regla de la unidad de la acción. Quiero decir con eso que su base es una única cadena de actos y acontecimientos unidos por una relación causal. Esas novelas se parecen a una calle estrecha por la que alguien hace correr a latigazos a los personajes. La tensión dramática es la verdadera maldición de la novela porque lo convierte todo, incluidas las páginas más hermosas, incluidas las escenas y las observaciones más sorprendentes en meros escalones que conducen al desenlace final, en el que está concentrado el sentido de todo lo que antecedía...
...Una novela no debe parecerse a una carrera de bicicletas, sino a un banquete con muchos platos.”
Una vez escuché, no recuerdo a quien, decir que hay dos maneras de disfrutar los libros. Una es la que los devora precipitándose hacia el final, porque existe una intriga, un misterio, una secuela, que queremos descifrar y que cuando se revela o se cierra el círculo ante nosotros nos genera placer, y de ahí el efecto de movimiento hacia adelante (truco adoptado por Hollywood ad nauseam). El libro se disfruta, se termina, y se coloca en el estante (o se apaga en kindle...)
“Pero lamento que casi todas las novelas que alguna vez se han escrito sean demasiado obedientes a la regla de la unidad de la acción. Quiero decir con eso que su base es una única cadena de actos y acontecimientos unidos por una relación causal. Esas novelas se parecen a una calle estrecha por la que alguien hace correr a latigazos a los personajes. La tensión dramática es la verdadera maldición de la novela porque lo convierte todo, incluidas las páginas más hermosas, incluidas las escenas y las observaciones más sorprendentes en meros escalones que conducen al desenlace final, en el que está concentrado el sentido de todo lo que antecedía...
...Una novela no debe parecerse a una carrera de bicicletas, sino a un banquete con muchos platos.”
Una vez escuché, no recuerdo a quien, decir que hay dos maneras de disfrutar los libros. Una es la que los devora precipitándose hacia el final, porque existe una intriga, un misterio, una secuela, que queremos descifrar y que cuando se revela o se cierra el círculo ante nosotros nos genera placer, y de ahí el efecto de movimiento hacia adelante (truco adoptado por Hollywood ad nauseam). El libro se disfruta, se termina, y se coloca en el estante (o se apaga en kindle...)
La otra, es la experiencia del libro que no queremos terminar, que leemos poco a poco, y que nos acongoja conforme se nos van agotando las páginas, el espesor de hojas que está acumulado a la derecha del separador se va haciendo pequeño, y sin haber terminado la obra, ya sentimos nostalgia por la experiencia que nos hizo sentir, o los lugares que nos llevó.
¿Carreras de bicicletas (como en los cuentos de Hemmingway cuando describe las carreras en París, en la época en que los ciclistas llevaban el neumático de respuesto en la cintura) o banquetes como los hay en la literatura (filosóficos, canibalísticos, victorianos o sexuales)?
Kundera es un esencialista, y como se podrán imaginar de su cita anterior, tiene su propio fallo:
"La época actual se lanza sobre todo lo que alguna vez fue escrito para convertirlo en películas, programas de televisión o imágenes dibujadas, pero como la esencia de la novela consiste precisamente sólo en lo que no se puede decir más que mediante la novela, en cualquier adaptación no queda más que lo inesencial".