
Marchan los trabajadores. Pega. ¿Seríamos todos más felices aristócratas ingleses o mayas dando largos paseos? Habla la Presidencia ante el Congreso ―pega con pega― y se ensalza por lo que hizo, deshizo, no dice lo que no hizo y menos aún lo que hizo sin tener que hacer.
A los homosexuales se los quieren coger por el culantro, pero sin su consentimiento, y quieren hacer que la mayoría decida sobre sus derechos. Mañana, hagamos pues un referéndum para revisar la decisión sobre si deben o no votar las mujeres, ¿Y por qué los negros pueden entrar a San José? Revisemos eso también. A los abejones, indígenas, whatever, pidámosles las cédulas de vuelta. Bien que solo las usan para el trueque.
Los diputados (unos) ―los recontrapegas― se quisieron subir el salario (en un 73% estiman) y por poco lo consiguen. Por lo menos se logró algo: ya sabemos qué es lo que ellos más quieren en la vida.
Pero usté, abejón, no se haga el maje, usté pudo haber votado por ellos.
Este desvío, desvarío a causa ―tal vez― de la aflicción. Pero es que en este país es mejor visto robar que manifestarse; Es peor delito que poner una mina inmunda o dejar sin agua a una comunidad.
Lo que en verdad quiero denunciar es que pasó mayo, y mayo pasó sin abejones.
Usté los conoce. Esos insectos, escarabajos de segundo orden, tristes y poco agraciados aviadores, que resonaban contra las paredes, o cuando, por error, los pisábamos haciendo un estruendo y desparramando sus vísceras. Saber que solo salía para reproducirse y volverse a enterrar.
Abejones. Las peores pegas, pegas de chorizo. Pegas de mayo. Pero en este mayo sin abejones, eso ya no pasó. Porque desaparecieron. Sin dejar aviso o una nota. Eran algo molestos, lo concedo, pero que no aparezcan en mayo, me hace extrañarlos. Mucho.
La mayor tristeza, ante todo, es que fue un mayo sin abejones.
En el año 75 o 76, estrenando nuestra casa en Tibás, los chiquillos salimos a la calle con bolsas plásticas a recoger abejones. Eran tanto que se vían nubes oscuras sobres los postes de la luz y nosotros, con solo recoger un ratito, ya llnábamos nuestras bolsas que luego cerrábamos y poníamos en la acera para ver como se movían solas. Como si gueran una v´scera fuera de su cuerpo, un corazon sin cuerpo latiendo en medio de la calle. Jamás me iamginé que los llegaría a extrañarar en un momento en que lo menos sucio en este país son los animales.
ResponderEliminarUn mayo horrible, sin duda :/ De darse cuenta (o reafirmar) de muchas cosas de este jardincito.
ResponderEliminarpor aca andare...
ResponderEliminaren buena hora
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